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on las seis de la mañana. Pamplona está amaneciendo. Aunque da mucha pereza, podemos ver a unos pocos atrevidos haciendo footing por la Vuelta al Castillo. Mientras, dentro de las murallas, en un rincón oscuro y poco transitado, dos aparentes corredores se reúnen para intercambiar algo más que técnicas de estiramiento: un bolso de deporte con 25.000€ que aseguran un parking subterráneo en la ciudad amurallada.
¿Te suena bien esto? ¿No hueles algo raro? Aunque esta historia parezca ficticia, representa muy bien parte de la realidad política. Y es que vemos que algunos políticos se dejan llevar por la corrupción. Para ellos, su único objetivo es el poder, cuando lo que deberían hacer sería estar al servicio del bien común y corresponder a la confianza que los ciudadanos han depositado en ellos.
En los tiempos que corren es muy común escuchar que mucha gente no llega a fin de mes. Pero lo que nos parece insultante es que esta frase provenga de cargos políticos importantes, como Esperanza Aguirre [1], Presidenta de la Comunidad de Madrid. Si con 8.400€ al mes no es capaz de sobrevivir, cosa bastante improbable, ¿cómo lo va a hacer una persona que cobra hasta ocho veces menos?
Se dice que hecha la ley, hecha la trampa. Los políticos son los encargados de la legislación del país y, como parte de ella, se encuentran los sueldos, las dietas, pensiones… de los políticos. Resulta chocante que el actual gobierno haya retrasado la edad de jubilación hasta los 67 años y, sin embargo, nuestros políticos puedan hacerlo tras siete años de actividad. Y por si fuera poco, ¡cobran la pensión máxima! Un caso más cercano a nuestra realidad lo encontramos en las famosas dietas en Navarra. Este tema ha estado muy presente en los titulares de los periódicos de estos días. Es vergonzoso que por tres horas de reunión (en las que incluso te servirán algún aperitivo) lleguen a cobrar hasta 2.600€. Nos parece bien que cobren un poco más de lo normal por la responsabilidad que conlleva ser político. Pero de ahí a abusar de su poder hay un gran abismo.
Es bien sabido que el poder puede corromper. No son pocos los que han sucumbido ante él, aun teniendo buenas intenciones. Siempre va a existir la tentación de anteponer el bien particular al bien común. Por eso un buen gobernante debe potenciar todas sus virtudes, especialmente la justicia, la fortaleza, la prudencia y la templanza. A la hora de votar a la persona que nos represente, debemos tener en cuenta si posee estas cualidades o no. Pero muchas veces, tanto los medios de comunicación como las campañas electorales, pueden darnos una imagen errónea de ellos. Podemos ser víctimas de un engaño, porque conocer personalmente a un candidato es muy difícil. Quien controla algún medio de comunicación, tiene mayor influencia y, por tanto, más posibilidades de manipular.
¿Qué posibles soluciones hay ante este panorama? El punto de partida es la educación del carácter, enfocando la acción humana al bien común. En España se nota una despreocupación en este ámbito, por eso se debe incluir este aspecto en el currículo, desde bien pequeños. De este modo, nos aseguramos que la corrupción se combate desde todos los contextos. Si tenemos ciudadanos honrados, tendremos políticos honrados.
Para finalizar, hemos dicho que muchos políticos se amparan en la ley porque son inmunes a ella. Esto provoca un descontento general en la sociedad. Por eso creemos necesario un cambio en la legislación, para que los corruptos no queden impunes y paguen el precio por estafar a la sociedad. No por esto perdemos la esperanza, es más, seguimos manteniendo nuestra fe en la buena voluntad de las personas.